Todo acto de comunicación supone una relación social entre el emisor y el receptor que influye en la forma del propio mensaje. Veamos cómo se produce el proceso de la comunicación.
- Antes de construir un mensaje, el emisor ha decidido que el receptor debe saber o debe hacer algo; ese es el motivo de la comunicación. Antes de hacer un anuncio de publicidad, una empresa decide dar a conocer mejor su producto. En este caso, la empresa es el emisor, el anuncio es el mensaje y el público es el receptor.
- Para conseguir sus objetivos, el emisor elabora un mensaje adecuado al medio que utiliza y al tipo de público al que se dirige. En nuestro ejemplo, la empresa realizará un anuncio adecuado al medio que va a utilizar (televisión, radio, prensa...) y al público al que el producto va dirigido: gente joven, público masculino, personas con mucho poder adquisitivo...
- El mensaje que se transmite no solamente contiene información, sino que también puede expresar una orden, una sugerencia, una crítica... Así, además de informar al receptor, el anuncio puede sugerirle o aconsejarle que compre el producto.
- El receptor puede modificar su conocimiento o su conducta como consecuencia del mensaje; así, por influencia del anuncio, puede decidir comprar el producto anunciado y no otro.
Por lo tanto, un mensaje no consiste tan solo en un conjunto de signos mediante los cuales se hace referencia a la realidad. El mensaje es también un reflejo de las intenciones del emisor y de la relación social que en todo acto de comunicación se establece entre emisor y receptor.
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